En los siglos XVII y XVIII el escenario europeo había tenido cuatro protagonistas: Inglaterra, Francia, Austria y Rusia. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XIX se habían incorporado otros dos actores, que reclamaban un rol de importancia. Se trata de Italia y Alemania, que lograron en cortotiempo un espectacular desarrollo económico y humano. La situación había cambiado en el continente, cosa que no agradaba mucho a las potencias tradicionales como Francia y Rusia, quienes no querían ver su posición disminuida.
Durante un largo período, entre 1885 y 1914 "reinó la paz armada "en la mayor parte de Europa. La excepción fue la región de Los Balcanes, la más orienta de las penínsulas europeas de Mar Mediterráneo.
Durante el enfrentamiento franco-prusiano de 1870 quedo claro que las batallas no involucrarían sólo a los militares, como ocurría en la antigüedad. Serían naciones completas las que se verían envueltas en la movilización bélica. Los progresos en el campo de las máquinas de combate hacía que laguerra cobrara un rostro cada vez más amenazador, capaz de poner en jaque el porvenir de toda una nación.
Las potencias se vieron embarcadas en la carrera armamentista. Alemania, temerosa de sufrir un ataque francés de revancha, contaba con más de 600 mil hombres de armas a fines del siglo XIX. El ejército francés tenía unos 550 mil soldados, el austriaco casi 400 mil y el ruso superaba el millón trescientos mil efectivos.
A esto hay que sumar el arsenal militar: fusiles, cañones, ametralladoras acorazados y buques torpederos llenaban el inventario, que cada día lucía nuevas piezas como submarinos, dirigibles y aeroplanos. Como este material bélico debía ser renovado y actualizado permanentemente, resulta fácil comprender que absorbiera una tajada considerable de los presupuestos de las naciones.
Otto von Bismarck, canciller alemán, fue la figura más destacada e influyente del período situado entre 1870 y 1890. Los éxitos guerreros habían dado al joven Imperio alemán la categoría de primera potencia militar en Europa. Sin embargo, este prestigio traía aparejadas algunas dificultades. Francia, derrotada, comenzó a alimentar un hondo resentimiento y un gran deseo de revancha.
Para mantener el liderazgo, Alemania necesitaba contar con buenos aliados. Bismarck, uso su formidable genio diplomático, propiciando un acercamiento hacia Austria. Ya años atrás, en 1866 el ejército prusiano había vencido a los austriacos, pero había tenido el buen tino de no imponer condiciones demasiado humillantes a los derrotados. De esta forma la Alemania unificada, que contaba con Prusia como núcleo principal, tenía la puerta abierta para entenderse con su antiguo enemigo. En 1872 se celebró una entrevista en Berlín, entre los emperadores Guillermo I de Alemania y Francisco José, del Imperio austrohúngaro. También el zar de Rusia, Alejandro II, quiso participar en el encuentro y así nació lo que se conoce como la "armonía de los tres emperadores". En esta liga, Alemania tuvo el rol predominante y Bismarck, muy satisfecho, declaró que "la Europa reconocía al nuevo imperio alemán como el baluarte de la paz general".
La armonía de los tres emperadores duró hasta que estalla el conflicto en los Balcanes, en la actualidad se encuentran allí los estados de Rumania, Albania, Yugoslavia, Bulgaria, Grecia y parte de Turquía.
En 1877 Rusia entró en guerra con los turcos que dominaban la península, logrando la victoria. Tras el enfrentamiento, se firmó el Tratado de Berlín. En dicho acuerdo, a pesar de que Rusia ostentaba la calidad de vencedora no obtuvo todas las ventajas que esperaba. Durante la conferencia de paz, Bismarck no hizo nada por apoyar las pretensiones rusas. El zar, resentido, acusó a Bismarck de haber "olvidado sus compromisos". La armonía de los tres emperadores se había trizado.
A partir de ese momento, Bismarck comprendió que debía preocuparse no sólo de Francia, sino también de Rusia. La salida más aconsejable fue reforzar su amistad con Austria, con la que firmó un nuevo tratado secreto, de carácter defensivo. A este pacto se incorporó más tarde Italia. con lo que nació la Triple Alianza, firmada en Viena el 20 de mayo de 1882.
El astuto canciller alemán Bismarck fue alejado de su cargo en 1890, lo que alegro a Francia y a Rusia, pues Alemania no se veía tan terrible.
En Alemania también había subido un nuevo emperador, Guillermo II, que encarnaba la ambición imperialista que alimentaba el pueblo alemán.
Francia y Rusia no tardaron en estrechar sus lazos de amistad. Llegaron así a pactar una alianza en 1892, la cual tenía un carácter puramente defensivo. Inglaterra se adhirió años más tarde, preocupada por el creciente poder de Alemania. Así surgió este segundo pacto conocido como la Triple Entente, o Triple Entendimiento, entre Francia, Rusia e Inglaterra.
Los sentimientos nacionalistas eran un elemento importante en el panorama político, los alemanes consideraban la nacionalidad como la agrupación étnica de los pueblos, aun cuando éstos estuvieran divididos por diversas fronteras políticas. Esto es lo que se conoce como la doctrina del pangermanismo. Pero los alemanes no eran los únicos que alimentaban ideas de este tipo. Entre los rusos existían corrientes similares, las paneslavistas que pretendían unir al Imperio ruso las naciones eslavas de Europa y los Balcanes.
Los Balcanes y sus pueblos cristianos habían sido dominados durante mucho tiempo por los turcos musulmanes. Turquía se había debilitado y los cristianos ansiaban liberarse.
En 1912, Serbia, Montenegro, Grecia y Bulgaria aunaron sus fuerzas para combatir a los turcos. En tres semanas habían vencido a Turquía. Europa quedó sorprendida con la fulminante derrota turca. Se produjo un vacío de poder que muchos quisieron aprovechar.
Serbia reclamó la zona que hoy es Albania. También Austria tenía pretensiones sobre ese territorio, de modo que se opuso vehementemente a los deseos servios. Para ello contaba con el apoyo de sus aliados alemanes e italianos.
Serbia obtuvo el respaldo de Rusia, que le dio su respaldo y finalmente, los países balcánicos se dieron cita en Londres para dictar la paz a Turquía.
Bulgaria decidió tomar la iniciativa de apoderarse del territorio sin dueño y sin previo aviso atacó a Grecia y Serbia, dando comienzo a la segunda guerra balcánica.
Alemania y el Imperio austro húngaro brindaron sus simpatías a Bulgaria, mientras Rusia y Francia se inclinaron por Serbia. El conflicto acabó con la derrota búlgara. La paz se firmó en Bucarest, en agosto de 1913.
Hacia fines del siglo XIX el zar Nicolás II de Rusia invitó a los representantes de 26 gobiernos que se dieron cita en la ciudad de La Haya (Holanda) para buscar la forma de reducir los armamentos. Esta conferencia internacional se realizó en 1899 e instituyó un tribunal permanente de arbitraje, ante el cual se han ventilado muchos casos y que continúa vigente hasta nuestros días.
Estas iniciativas pacifistas no fueron suficientes para evitar que los países recurrieran al viejo método de la violencia.
con buena extensión pero se nota el copy&paste en la primera parte y después de hay las entradas se vuelven muy cortas
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